«Los tranvías fueron un capítulo muy importante en nuestra vida, ya que fue el único medio de transporte que utilicé durante toda mi infancia y juventud.
Creo que se iniciaron a comienzos del Siglo XX, impulsados por una compañía inglesa, siendo nacionalizados el año 1945, tras una larga huelga de los maquinistas y cobradores.
Así nació la ETC. (Empresa de Transportes Colectivos del Estado).
Llegaron a cubrir muy eficientemente el transporte público en todo Santiago y en las principales ciudades del país.
Se unían a los cables transportadores de la electricidad, mediante una suerte de mástil coronado por una pequeña ruedecilla, situado en la parte posterior del tranvía. Era el llamado tomacorrientes.
Una de nuestras entretenciones favoritas de niño, era colgarnos del cable unido a dicho mástil, lo cual paralizaba al tranvía sin corriente y apretar corriendo, mientras el conductor se bajaba para conectarlo nuevamente.
Eran manejados por un conductor y adyacente a la puerta posterior se plantaba un cobrador a quién le pagabas el boleto de transporte.
Había varios modelos. Algunos abiertos por los lados. solo con cubierta y otros cerrados. Entre estos, algunos de diseño más elegante cubriendo las líneas del barrio alto.
La aparición primero de las góndolas y más tarde de los microbuses precipitó su muerte.
Pésima decisión, ya que se eliminó un medio de transporte limpio, no contaminante.
Países como Alemania, aún los conservan, los han modernizado, son silenciosos, siendo el medio principal de transporte público.
En Chile, todavía subsisten en algunas calles adoquinadas las líneas del tranvía, como por ejemplo en calle Lira, desde 10 de Julio hasta la Alameda.
Si lo observan, el adoquinado es perfecto no entrando un alfiler en la unión entra adoquines y las líneas del tranvía están perfectamente incrustadas, sin sobresalir ni quedar sumergidas.
Es una obra de artesanía perfecta y varias veces he hecho gestiones para que ese tramo de pavimento sea declarado monumento nacional. Se lo merece.»
Miguel Lawner
(Arquitecto. Premio Nacional de Arquitectura 2019)
«Mi mejor recuerdo (de los años 1944-45) es cuando después de las 21:00 hrs. iba a colgarme del acoplado del carro 36 en su pasada por Chiloé con Ñuble y luego, llegando a Prat con Victoria derivaba su recorrido para ir a dejar el acoplado al recinto de Victoria entre Victor Manuel y Sn.Isidro, para efectuar el servicio nocturno sin acoplado. Yo me descolgaba al pasar por la esquina de Victoria con Sta, Rosa y volvía feliz a mi casa (En el 1627 de esta última)«.
Juan Leiva Vilches, Santiago
«Hermoso y hermosos recuerdos. Alcance a andar en ellos, por San Pablo, entre Matucana y Sergio Valdovinos-Las Rejas.
Recuerdo que donde iba «el manejador» iba una rueda grande, como el manubrio de una micro, no se parece que era para frenar el carro…
Los carros del Santiago Oeste, después del termino de sus servicios, fueron desalojados del galpón donde los guardaban y abandonados en la calle San Pablo. Frente a la escuela SOFOFA, donde tuvieron un triste y lamentable final.»
Orlando José López Pérez, Santiago
«[El Ferrocarril Eléctrico Santiago Oeste (FESO)] Lo usé cuando niña y estudiaba yo en las monjas de Lourdes. Más tarde cuando trabajé en Trotter en San Pablo con Lourdes en los años 70 ya no corrían los carritos. Me encantaba, porque era entretenido viajar en ellos, aunque eran lentos como tortuga, la gente subía, uno le pagaba al boletero que era el que pegaba el siflido anunciando al maquinista que podía avanzar. Muy tiernos recuerdos del ayer, ¡gracias por rememorarlo!»
Margarita Casanova, en la página «Fotos históricas de Chile» (Facebook)
«Tengo 75 años, menciono mi edad porque recuerdo los tranvías y viajé muchas veces en ellos. Bajaba por Zañartu hasta Av. Independencia y continuaba hacia Estación Mapocho, utilizaba las misma línea del 36 que su recorrido era desde Matadero a Plaza Chacabuco.»
Patricio Gallardo Canales, Santiago
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